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Definición de Liquidez, Iliquidez, Solvencia e Insolvencia

Oktopus
Angel Larrama
Lic. en Economía (UdelaR)

Definición

La liquidez de una corporación se relaciona con la capacidad para atender las obligaciones financieras de corto plazo –como los proveedores, los salarios, los impuestos, entre otros – en las condiciones pactadas originalmente. Adicionalmente, en la moderna administración financiera, se incorporan a lo anterior, los requerimientos de fondos asociados a afrontar eventos imprevistos o aprovechar oportunidades de negocio que puedan surgir en el desarrollo de la actividad.

La solvencia refiere a la capacidad de la empresa de pagar sus pasivos, tanto de corto como de largo plazo, en consecuencia, el concepto de solvencia tiene un carácter estructural o permanente, que no se presenta en el concepto de liquidez. En este sentido, una empresa puede encontrarse en una situación de iliquidez que le impide afrontar los vencimientos inmediatos, pero puede ser solvente, en la medida que el conjunto de sus activos –considerando los activos no monetarios – tiene un valor superior a sus pasivos, es decir, en una visión estructural o de largo plazo, la empresa puede cumplir con sus obligaciones, aunque transitoriamente no tenga la liquidez necesaria para pagar sus obligaciones.

En suma, una empresa se encontrará en una situación de iliquidez, cuando los medios de pago con los que cuenta son insuficientes para pagarle a sus acreedores; en tanto que, la empresa será insolvente cuando el conjunto de sus activos tiene un valor menor que la suma de todas sus deudas, o lo que es lo mismo, su patrimonio es negativo.

A continuación, analizaremos los conceptos de liquidez/iliquidez y solvencia/insolvencia, estableciendo algunas formas de medir la liquidez e identificando situaciones de iliquidez o de insolvencia de una empresa.

1. Medidas de liquidez: razón corriente, prueba ácida, y capital de trabajo neto

A la hora de analizar la liquidez de las empresas se pueden aplicar medidas basadas en información de los estados financieros. En adelante veremos tres medidas de liquidez, las dos primeras refieren a los ratios llamados razón corriente y prueba ácida, y la tercera, denominada capital de trabajo neto.

A. Razón corriente

La razón corriente se define como el cociente entre los activos corrientes y los pasivos corrientes, es decir, el numerador está constituido por los activos que se transformarán en dinero el próximo año, y el denominador, se forma por los pasivos que se harán exigibles en el mismo período.

Razón corriente=Activo corrientePasivo corriente

Si el activo corriente es superior al pasivo corriente, la razón corriente será mayor a uno, lo cual nos indicaría que los activos que se convertirán en dinero en el próximo año son superiores a las deudas que deberemos pagar en ese período de tiempo.

B. Prueba ácida

La prueba ácida, presenta solo una diferencia con la razón corriente, y es que en la prueba ácida se sustraen los inventarios (o mercaderías) del activo corriente, porque los inventarios son el componente menos “líquido” del activo corriente, en el sentido que para transformarse en dinero, los inventarios debe venderse y luego cobrarse, por lo que, para obtener los fondos correspondientes a los inventarios se deberá esperar más tiempo que en el caso de otros elementos del activo corriente –como las cuentas por cobrar o las disponibilidades.

El adjetivo “ácida” para esta medida tiene que ver con la mayor exigencia en términos de liquidez que plantea la prueba ácida en comparación con la razón corriente, donde la mayor “acidez” es una metáfora relativa a la mayor exigencia de liquidez que plantea este ratio a los elementos considerados dentro del activo corriente, en comparación con la razón corriente.

Prueba ácida = (Activo corriente – Inventarios) / Pasivo corriente

En este caso, un ratio superior a uno nos indicará que el activo corriente sin los inventarios es mayor al pasivo que se hará exigible en el próximo año.

Notemos que, si la prueba ácida es mayor a uno, la razón corriente también lo será, ya que el numerador de la razón corriente es simplemente el activo corriente –sin restar los inventarios.

C. Capital de trabajo neto

Esta medida de liquidez también utiliza información de los estados financieros de la empresa, aunque a diferencia de la razón corriente y la prueba ácida, no se trata de un ratio. El capital de trabajo neto se calcula como la diferencia entre el activo corriente y el pasivo corriente y es una de las medidas más aplicadas para analizar la evolución de la liquidez de las empresas.

Capital de trabajo neto = Activo corriente – Pasivo corriente

Siempre que el capital de trabajo neto sea positivo, los activos corrientes serán superiores a los pasivos corrientes, lo cual nos indica que los activos más líquidos de la organización exceden a las obligaciones que deberán pagarse el próximo año.

Advertencia sobre la aplicación de las medidas de liquidez

Es importante señalar que, no es recomendable sacar conclusiones sobre la situación de liquidez de una empresa, con un resultado único y aislado de cualquiera de las tres medidas de liquidez que hemos visto anteriormente.

Lo que se recomienda es analizar la evolución de estas medidas en el lapso de varios años, ya que la aplicación práctica ha demostrado que, la trayectoria de estos indicadores a lo largo del tiempo nos muestra con razonable confiabilidad la forma en la que evoluciona la liquidez de las empresas. En otras palabras, si la razón corriente, la prueba ácida o el capital de trabajo neto, muestran un declive a través de los años, en la medida que sus valores son cada vez más pequeños, aumentan las posibilidades de que la empresa vea descender su grado de liquidez y pueda evidenciar dificultades para hacer frente a sus obligaciones de corto plazo.

Por el contrario, si la evolución de los indicadores es creciente, podemos inferir que la liquidez de la empresa se encuentra en un proceso de mejora y las probabilidades de no poder asumir los pasivos de corto plazo en el próximo ejercicio, son reducidas.

2. Ejemplos de situación de liquidez: normal y problemática

Más allá de las posibles formas de cuantificar la liquidez, es posible deducir cuál es la situación de liquidez de una empresa, observando cuáles son las principales fuentes que utiliza para cumplir con sus obligaciones de corto plazo.

Es posible identificar dos situaciones. En primer lugar, la situación de liquidez normal, donde la empresa paga sus obligaciones con los flujos generados por su operativa habitual. En segundo lugar, la liquidez problemática, que es el caso donde ante la falta de fuentes normales de liquidez, la empresa recurre a otras fuentes de financiamiento.

A. Liquidez normal

Una empresa en situación de liquidez normal paga sus obligaciones con las fuentes de financiamiento que surgen de la operativa de su negocio, a saber: los flujos de caja generados por las ventas y las cobranzas; los saldos o reservas de caja; las inversiones de corto plazo (o inversiones temporarias como pueden ser bonos de corto plazo u otros instrumentos financieros similares); y, los créditos habituales de corto plazo. A estas cuatro fuentes de financiamiento se las denomina fuentes normales de liquidez, y las empresas que no presentan problemas de liquidez, suelen usar solo estas fuentes de financiamiento para pagar sus obligaciones.

B. Liquidez problemática

Una empresa enfrenta problemas de liquidez, cuando se agotan las fuentes normales de liquidez, y la firma comienza a utilizar otras fuentes de fondos para afrontar sus obligaciones. A dichas fuentes de recursos se las denomina fuentes problemáticas de liquidez, en la medida que denotan que la empresa tiene dificultades para cumplir con sus obligaciones haciendo uso de las fuentes normales.

Las fuentes problemáticas de liquidez son, ordenadas en función de las mayores dificultades que reflejan: la administración de los flujos de caja; la renegociación de los contratos de deuda; y la venta de activos.

Hablamos de administración de flujos de caja, cuando una empresa ante la escasez de recursos para pagar sus obligaciones, intenta postergar los pagos (con atrasos en el pago a proveedores, impuestos o servicios), generar ingresos más rápido (por ejemplo, con grandes descuentos para aumentar las ventas), o reducir los egresos de fondos (por ejemplo, reduciendo la reposición de inventario).

La renegociación de los contratos de deuda denota una situación más grave de liquidez que la anterior y surge cuando la empresa le plantea a sus acreedores modificar las condiciones pactadas originalmente para el pago de las obligaciones comerciales o financieras. En tal sentido, la empresa puede plantearle a sus acreedores extender los plazos de financiamiento o firmar un nuevo acuerdo con condiciones más flexibles en el corto plazo, pero que compensen al acreedor en el mediano o largo plazo, permitiendo así que la empresa recomponga su situación financiera.

El caso de la venta de activos refleja importantes dificultades de la empresa para afrontar sus obligaciones de corto plazo, donde la firma se ve obligada a desprenderse de sus activos para poder cumplir con sus obligaciones. Esta situación suele anunciar que la empresa se encuentra próxima a la bancarrota, ya que la venta de activos, en definitiva, refleja que para poder pagar sus pasivos, la empresa “se está vendiendo en sí misma”.

3. Formas de Insolvencia

La situación de iliquidez de una empresa puede ser transitoria, mientras que, cuando hablamos de insolvencia, estamos ante un problema de naturaleza estructural, que puede ser precedido por una situación de liquidez problemática.

A continuación se hará referencia a dos tipos de insolvencia, que nos permiten expresar el concepto de insolvencia en términos concretos.

A. Insolvencia en términos de bancarrota

Esta situación se manifiesta cuando el valor contable del activo de la empresa es inferior al valor contable del pasivo, o lo que es lo mismo, el patrimonio neto contable de la empresa es negativo.

La insolvencia en términos de bancarrota tiene un carácter más crónico y persistente que una situación de iliquidez, ya que pone sobre el tapete las debilidades de la empresa para mantenerse operativa y hacer frente a sus deudas, sobre todo ante la ocurrencia de shocks negativos. Generalmente esta situación suele ser la consecuencia de un proceso acumulativo de pérdidas y de baja rentabilidad del negocio.

B. Insolvencia económica en términos de bancarrota

Este caso presenta mayor severidad que el anterior, ya que en la insolvencia económica en términos de bancarrota, lo que ocurre es que el valor de mercado del activo de la empresa es menor al valor de mercado de los pasivos. Notemos que en el caso anterior, se hacía referencia a valores contables, mientras que, en este caso, se trata de valores de mercado, lo cual refleja con mayor precisión lo que podemos considerar como valores reales, tanto del activo como del pasivo de la empresa.

Esta situación suele presentar mucha persistencia, en el sentido de que es muy difícil de revertir, existiendo altas probabilidades de que la empresa desemboque en la bancarrota.

Fuente

Pascale, R. “Decisiones Financieras”. 6a Edición. Buenos Aires. Prentice Hall – Pearson Education, 2009


Autor

Escrito por Angel Larrama para la Edición #107 de Enciclopedia Asigna, en 12/2021. Ángel es Licenciado en Economía, formado en la UdelaR, Uruguay